Repasando cuadernos de notas antiguos y seleccionando qué rescato y qué descarto, me permito transcribir unas palabras de Virginia Woolf, donde desconozco qué de lo escrito es de ella y qué es mío. Tomen este texto como un ensayo donde ambas dialogamos.
Las novelas fallan en algún sitio ante la presión. ¿Esto afecta el sexo del novelista? ¿Puede influir el texto en la integridad del escritor, o al revés? Ellas tienen valores y los valores los aporta el escritor. Las mujeres accedemos al contacto con el pasado a través de nuestras madres. Yo agrego: Cuanto alivio me da esta afirmación ya que de joven tuve mucho dialogo con mi madre, mi abuela y ahora mi madrina. Por años pensé que era la depositaria de secretos o historias prohibidas, por décadas sentí primero que eso era una virtud por alguna cualidad que poseía y otras décadas lo consideré un castigo.
Cuando la mujer comenzó a escribir los géneros literarios masculinos, ya estaban coagulados. Sólo la novela era joven por ser blanda en sus manos. La poesía era de salida, prohibida para la mujer. ¡Sería una lástima que las mujeres escriban como los hombres! Por lo tanto Virginia pensaba que la poesía debía tener una madre al igual que un padre. “Es funesto para el que escribe pensar en su sexo. Tiene que haber una boda entre los opuestos”.
Pero en los años de Virginia Wolf era muy difícil contar con una habitación con pestillo en la puerta para escribir novelas y poesías. También decía que era necesario contar con una mera educación y tener dinero. Las mujeres siempre han sido pobres desde el inicio de los tiempos, por lo tanto en el siglo XIX y XX les era muy difícil poder escribir, contar con el dinero para viajar y soñar, contemplar el pasado y el futuro, leer libros, hundir hondo la caña del pensamiento en la corriente.
Hoy podemos decir que estas condiciones han cambiado, ya muchas mujeres contamos con la posibilidad de ser escritoras, poetas, en síntesis: artistas. Contamos con el dinero para escribir mientras los ingresos provienen de otras fuentes y ni que hablar de los cuartos propios, ellos se han convertido en escritorios, incluso en casas enteras que sostienen y disponen para sí.
Virginia nos impone: “ESCRIBID MAS LIBROS POR EL BIEN PROPIO Y EL DE LA HUMANIDAD” y aquí estoy escribiendo y reescribiendo sus palabras para que no se pierdan en lo cotidiano de la vida.
Y para finalizar ella nos recuerda que tenemos una responsabilidad: “Recordar que debemos ser más espirituales, más elevadas para ejercer influencia sobre el porvenir. Ser una misma antes que cualquier otra cosa. No soñéis con influenciar a la gente, pensad en las cosas en SÍ.
DEDICAOS A VIVIR.
A modo de final les comparto que, en el Siglo XXI, mi literatura pretende darle luz a mis propias sombras, elevarme desde los lugares marcados por los masculinos de la tercera dimensión para evolucionar, con esta materia en transformación, con estos deseos de ser parte de un mundo más bello.
Ine Lanfranchi
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